viernes, 10 de febrero de 2017

ElFamosoYPolémicoEstudioDeLaDesinformación.


Sin duda se ha hablado demasiado de la sociedad de la información. Así las referencias encontradas en la literatura científica son tan extensas que al referir a los autores, es un acierto aproximarse exclusivamente a aquellos que con serena paciencia – y pupilas lastimadas -, han resumido este concepto ( Giannakis, P. y Galis, N.) Con este proceder justificamos la existencia de esta corriente de pensamiento, obviando el placer de la lectura ante un resumen supuestamente creíble, y breve.

En contraposición, acerca de la sociedad desinformada apenas existen referencias (Aamodt, K. A.). Y cuando aparecen, son críticas exacerbadas contra las organizaciones implicadas en ocultar datos de calado al pueblo llano (Stalin, J., Roosevelt F.A. y Gil, J. ), generando una deprimente insatisfacción social.

El objeto de este estudio no es otro que el de reflexionar sobre la perentoria – dudo del significado de este adjetivo, que rememora el guiso de un ave y/o pollo -necesidad humana de estar desinformados, contextualizado en la paradoja que supone intentarlo en plena sociedad de la información.

Para la realización del estudio, se han consultado referencias clásicas (Buonarroti, M.A.) y contemporáneas (Cantero Rada, J. L.), a partir del marco de actuación LCMAG (La curiosidad mató al gato).

A bote pronto, y entramos en faena, podemos elucubrar sobre la percepción de felicidad vivenciada actualmente, frente a tiempos pretéritos en los que no se sabía tanto, apenas nada. Con el rigor científico que se nos supone, afirmaremos con rotundidad que somos unos tristes, sin más, o en el mejor de los casos, rozaremos la felicidad del idiota, obtenida a base de leer mensajes instantáneos o vacíos de significads, pero de una profundidad insondable. ¿Si no de qué teniendo de “to”, parece que no tenemos de "na"?

Una segunda cuestión, por decir algo y rellenar, que siempre ha tenido buena prensa, sería observar cuáles son las fuentes de información y cómo es su funcionamiento. Se puede diferenciar entre las siguientes:
  • Espiritual. Consiste en las medias verdades, que sólo algunos privilegiados pueden intuir y se encargan así de difundir entre la plebe, pueblo o grey. En la actual sociedad de la información, su validez queda francamente tocada, porque como ya se sabe todo, los iluminados sólo convencen a aquellos que creen estar impregnados del virus de la fe. Por el contrario ante la desinformación resurgen de sus cenizas, aunque se les evita con relativa facilidad, siempre y cuando no lleven armas.
  • Gubernamental. También conocida como oficial y/o oficiosa, parece verdadera en toda su expresión. Sin embargo, en la sociedad de la información, ya que el pueblo está bien informado, se les ve el plumero y, en muchas ocasiones, se cumple el dicho popular de que se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Y, salvo error garrafal, cada vez se ven menos personas con muletas por sedes parlamentarias, quizá en silla de ruedas, pero esto es para favorecer la integración.
  • Profesional. Se podría asociar al gremio periodista, pero en ocasiones ni eso, dado el intrusismo que existe en este sector profesional. Así la confusión entre opinión e información es imperceptible y marcada por una ética inexistente, como transversalmente se ausenta en las otras fuentes descritas.
  • Social. Uy las redes sociales que miedito dan. Aun así son la vía de conocimiento más popular en la actualidad y explican toda la literatura sobre la propia sociedad de la información. Se puede decir que es el argumento para explicar los avances y retrocesos que influyen en el progreso. Todos sabemos de todo, todos disponemos de un punto de vista sobre cualquier cuestión. No obstante, ante tanto dispendio informativo, se lee menos y peor.
  • FAC (Familia, Amigos y Conocidos). También conocida como la santísima trinidad o la santa inquisición. Este es un terreno pantanoso y enfangado. Con lo descrito hasta ahora, sabemos que estamos sobradamente informados y, por tanto, todas las personas tienen una opinión que compartir al respecto de lo que sea, lógicamente sin haber pedido consejo alguno. No obstante, negar su existencia sería quitarle el regustillo al que en ocasiones sabe la vida. Que no se le ocurra a nadie prescindir de esta fuente, fuente de conocimiento y cultura.

Resumiendo, que habrá que echarse una siestecita. Con lo hasta ahora expuesto, estamos tristes pero somos informados, o estamos informados pero somos tristes.  Habrá personas que no estén de acuerdo con esta asociación, quizá yo entre éstos, y consideren/emos el conocimiento como la base imprescindible del desarrollo. No les falta razón ni aquí se les negará la misma porque el propósito del estudio no es rebatir, al contrario. Al aspirar a la desinformación, per se se niega el debate y la reflexión, a no ser que sea individual y hacia dentro, como un burruño.

Como cualquier estudio que se precie, o desprecie, también éste tiene sus conclusiones. En este caso, una y escueta: Al publicar esto, al leer esto, quedamos encadenados irremediablemente a esta sociedad de la información, con la ilusión de poder encontrar el camino del desconocimiento para ser más inteligentes, sin darle más vueltas, olvidándonos de todo, con la mirada perdida hacia el horizonte.

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