Algo triste. Pensaba
en el método como quien lee a Faulkner. Me venían a la cabeza las hipótesis.
También la necesaria ilusión de mejorar la situación de las personas. Claro
ésta, marcando una sutil distancia con los jóvenes con los que se interviene, que
uno es muy digno. En ocasiones, reflexiono, puedo hasta parecer frío pero me
salva la actitud. La cuestión no es aparentar, es saber lo que uno tiene entre
manos.
En un restaurante desquiciado, hace ya un tiempo oí a su encargado como hablaba
de la actitud. Decía que las cosas hay que hacerlas con amor. Sin ese
componente estás perdido, insinuaba. Lógicamente la actitud no llega por
inspiración divina, surge con el tiempo, entiendo, combinado con la ilusión, la
constancia y la sinceridad, qué se yo. Y es incompatible con el aburrimiento,
la mentira y la obligación. Vale. El trabajo es una obligación en sí, pero hay
que emplearse con cabeza.
A pesar de mi
actitud, a veces pérdida y lastimada, la semana comenzó con soberbia. Ya se ha
insinuado entre metáforas, que los jóvenes no quieren buscar empleo y sí
encontrarlo. Qué paradoja. En concreto a los que viven en un recurso
convivencial se les nota mucho. A Natalié, ecuatoriana afrancesada, que
apareció en El Relevo
le pasa esto. Exige como si todo fuera suyo. Y claro, los que trabajamos con
personas tenemos el defecto de serlo. Soberbia. Quizá hasta una mala respuesta.
Luego es cierto que intentas reconducir la situación. No nos conviene olvidar
que estos jóvenes que buscan empleo, como Natalié, no dejan de tener problemas.
Pero, qué mismo
dará la soberbia, cuando alguien elige morir. Sin duda el peor fallecimiento es
el deseado. Únicamente una persona lo anhela, frente a un entorno solemnemente triste.
Uno de los muchos descubrimientos de la cueva fue encontrarme con alguien de
Rosario. Rosario, sí, el lugar en el que nació Messi. Esta rosarina, La
Rosarina, es de las que lleva un embudo como el que alguna vez he utilizado.
Se le nota. Aparte es resistente y legal. Me imagino, aunque nunca he hablado
con ella de esto, que debe formular sus hipótesis. Parece que tiene método y
creo que marca esa sutil distancia que a mí entender la convierte en una gran
profesional.
Sin embargo a La
Rosarina le han fallado las hipótesis. La muerte, aún más desquiciada que el
acceso al mundo laboral, se ha posado en una de las jóvenes con las que mi
compañera estaba trabajando. Ella se llamaba Zaira y ya avisó del mayor de sus
problemas: su inapetencia por la vida. En la cueva he oído acerca de lo poco que nos gusta hablar del suicidio en esta sociedad. De hecho, cuando
tecleo el ordenador, pienso que con mis palabras estoy ofendiendo a alguien.
Por eso pido perdón, porque también formo parte de esta sociedad.
La metáfora
de la hipótesis fallida no es otra que el reconocimiento a mi compañera, La
Rosarina, porque a pesar de todo, sé de sus fundamentos, de sus principios y, sobre todo, estoy convencido que su corazón dolido sigue manteniendo la actitud
y el amor hacia lo que hace, por mucho que se empeñen en quitarnos la ilusión.
A Zaira la vi un
par de veces por el taller de empleo, no sé si quería o no buscar empleo, pero
lo intentaba. Ahora sólo queda llorar por ella, no tanto por su vida sino
porque era un proyecto de persona con mayúsculas, igualmente de especial que cualquier otra.
Insisto en las
disculpas y enfatizo en el perdón por poner palabras al dolor en la metáfora
más triste de todas cuantas se han escrito. Para Zaira y Adri.
Me gustaría darte las gracias.Creo que es la metáfora más triste, pero también una de las más bonitas.No creo que una sola de tus palabras se haya vestido de ofensa, más bien diría que de valentía; no es fácil hablar del dolor con la elegancia con la que lo has hecho.
ResponderEliminarSin duda, la Rosarina es una de las mejores profesionales que conozco,una mezcla perfecta de técnica y corazón. Es verdad lo que dices, su motor es el amor que pone en lo que hace...aunque tenga que llorar por ese proyecto de vida en mayúsculas que se ha terminado de forma inesperada... que forma tan bonita de hablar de lo sucedido, de hablar de Zaira.
Un abrazo gigante
Besos, Hada
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